miércoles, 29 de agosto de 2012

La ciudad de la Muerte

Benarés, la actual Varanasi es la ciudad dónde cualquier hindi desearía morir. Allí me dirigí para exorcizar mis demonios, para matar e incinerar esa parte de mi mismo que se aferra a la moto, que se resiste al cambio, a introducir nuevas y revolucionarias ideas en el proyecto.
 
Tras unas doce horas de tren en sleeper class, la forma más común de viajar para todos los backpackers, llegué a la ciudad sagrada dónde me reencontré con Wang-Wang para recorrer juntos sus calles y sus Ghats. Entre vacas, humo y sándalo se encuentra la mismísima Kali por todas partes. Los burning Ghats no dejan de funcionar veinticuatro horas al día y aunque las fotografías están prohibidas el degoteo de cadáveres es incesante desde cualquiera de las calles que se dirigen al Ganga.


Hacia Howrah Station


Antigua tabla de horarios


Puesta de sol harinezumi


Colores de Varanasi


Assi Ghat


Mrs. Chan


Visión del Ganges desde el Ghat


Amanecer sobre el Ganga


Botes


Embarcadero


Templo coronando el Ghat


Lucha entre el blanco y el negro


Sátiros,  Táuridos y Centáuros


Sátiros,  Táuridos y Centáuros II


Bajando hacia el Ghat


El vendedor de milagros


Whises


Bautismo


Muerte I


Muerte II


Camino del delta


Au revoir Varanasi




Algunas de las fotos aparecidas en este post son cortesía de Malena Fleitas Hernández. Gracias Malena.

martes, 21 de agosto de 2012

Top Secret

Hace más de un mes que llegué a India y aún no he recuperado la moto. Ahí va otro episodio de la aventura burocrática, como decía el compañero Charly Sinewan en su blog http://www.mundoenmoto.com:

 
La gente de Costums no parece estar mucho por la labor. El jefe es un tipo cuya cabeza tiene el tamaño de una sandía grande. Entre eructo y eructo, me confiesa que quiere ayudarme, al menos un par de las veces que he acabado en su oficina. Su ayudante, pequeñito y de rostro afilado, ya se ha cansado de decirme que va a ser muy, pero que muy difícil sacar la moto. De vez en cuando me va soltando alguna información con cuenta gotas, mientras atiende a otras tres o cuatro personas. A la semana siguiente y después de cambiar de agente ya se han percatado que voy a insistir hasta el final.
 
Uno de esos innumerables días llaman a mi representante y me hacen personar en la susodicha oficina. Dicen haber encontrado el caso de mi amigo. Cojo un taxi por la mañana y a primera hora estoy en el despacho del señor Pandev.



Expedientes X

Su ayudante tarda bastante en llegar y cuando por fin lo hace nos acercamos a Costums, es casi la una de la tarde. Entramos en la antesala, el gran jefe parece estar adormilado aún. Me notifican que buscando y rebuscando apareció el expediente de mi amigo. Espero ver los papeles de Tomàs y compañía, de los cuales les había hablado en más de una ocasión. El pequeñito de nariz aguileña me pasa con sumo cuidado una carpeta de color verde. Consulto los documentos y me doy cuenta de que se trata de otra persona, un tal Gautier F. ciudadano francés que al igual que Tomàs y los suyos compró una Minsk en Vietnam y se dispuso a retornar a Normandía.
 
Callo como un puta y miro los documentos, envuelto en esa atmósfera de secretismo y penumbra que parece sacada de una película de espionaje de los 70 mientras me pregunto dónde estará escondido el microfilm. Me llaman la atención tres cartas;

Una del mismo Gautier en la explica su historia y pide al jefe de Costums de Calcuta que libere su moto. Me fijo que está secundada por la firma del cónsul francés.
 
Otra de la Asociación del Automóvil India, donde su responsable manifiesta que al dicho Gautier le fue imposible conseguir el Carnet de Passageen Route porqué en Vietnam no hay asociación que lo expida. La trampa se ve a millas, sé por experiencia que aunque la hubiera un no nacionalizado no puede conseguir dicho carnet fuera de su país. 

La última y más sellada es una carta del propio cónsul francés en la que les pide amablemente a la gente de Costums la liberación de la moto de Gautier. 

Afirman que si puedo conseguir esas tres cartas Roxana será libre en un abrir y cerrar de ojos. La empresa me parece colosal, pero no hay más remedio que ponerse manos a la obra. Les pido fotocopiarlas, a lo cual se oponen, arguyendo que se trata de información confidencial, Top Secret, my friend... Sin embargo me las dejan copiar a mano. El ayudante de Mr. Pandev y yo transcribimos a cuatro manos sin dejarnos ni un detalle. 



Una vez fuera me aseguro que nadie me siga y subo al taxi con diligencia.


Dejando atrás las películas de espías, me relajo en el ajetreado asiento del ambassador mientras disfruto del paseo. Un retazo de esperanza ilumina el nublado cielo de Calcuta durante el trayecto de vuelta a Sudder Street.

La calma antes de la tempestad


Al día siguiente paso toda la mañana al teléfono con la embajada en Delhi, a la vez que les hago llegar por correo electrónico toda la información que me solicitan. Por algunas horas parece que por fin la cosa se va a desencallar y decido relajarme premiándome con una cheese burger y una cerveza para variar. Disfruto de la comida pensando que por la tarde recibiré la llamada que me confirme toda la operación.


La llamada nunca llega. En su lugar un correo de la sección consular me notifica que la cónsul no puede hacer nada por mi. Les llamo y pido una entrevista, no me queda otra que ir personalmente a Delhi y tratar de convencerlos en su propio terreno. Antes pero, visito el consulado honorífico en Calcuta, el cual se halla dentro de una empresa de camiones y caterpillars.


El cónsul es un anciano gigantesco y afable que no me puede ayudar sin la autorización de Delhi, pero me pone en contacto con sus agentes, con lo que una vez más cambio de representantes. Allí conozco a Arindam y a su padre. Arindam me sorprende hablándome en catalán, lo cual me deja descolocado en medio de la pequeña y ruidosa oficina. Dice que le llame Bobby y resulta ser el hijo del dueño, amigo personal del cónsul. Es una persona muy afable que ha pasado dieciocho años en España; Habla catalán, castellano, gallego y chapurrea euskera, todo un ejemplo de cómo podríamos llegar a ser si dejáramos a un lado tanta doctrina. Después de recibir su asesoramiento, me preparo psicológicamente para la aventura;


Un día y medio en el tren, pasaje de tercera clase (era el único que quedaba) y encima con el consabido mal indio, agudizado por el incesante traqueteo del convoy. No quiero ni comentar el estado de los retretes del tren y las veces que tuve que ir a toda prisa.


El insufrible martirio termina arribando a Delhi. Son las cinco de la mañana de un domingo cualquiera. Me cuesta un par de horas o quizás más ubicarme en la ciudad. Aquél proyecto de metro que veíamos imposible con Iban, resulta ser un espléndido y moderno medio de transporte que le da un aire más ágil y moderno a la ciudad. Al final encuentro de nuevo Main Bazar.

Llegada a New Delhi


La calle ha sufrido cambios espectaculares en diez años. Está asfaltada, tiene una especie de aceras que obviamente nadie usa, y han proliferado los carteles luminosos y los neones. Los vendedores siguen tan pesados como siempre y hasta por curiosidad me llego hasta el Spot Hotel, en el cual nos hospedamos en 2002. La misma habitación que nos costaba 120 rupias vale ahora 500, y ni siquiera le han dado una miserable capa de pintura. En seguida me doy cuenta que esa es la tónica general, Delhi se ha vuelto un ciudad cara, proporcional e inexplicablemente más que Bangkok.
Main Bazar

                                                                                                     
La cónsul resulta ser una mujer agradable y atractiva además de cercana. Enseguida entiende mi postura y se ofrece a ayudarme dentro de sus posibilidades, dejando a un lado los prejuicios que quizás albergó de entrada. Mantenemos una charla amena, sobre sueños y retos, sobre la crisis de valores que amenaza nuestra civilización y la tan necesaria reinvención personal. Me congratulo porque conseguimos hacer saltar las barreras invisibles que las más de las veces tejemos a nuestro alrededor y nos comunicamos como dos seres humanos. Antes de abandonar el despacho le entrego una de las camisetas del proyecto que recibe con ilusión. Su ayudante María del Mar, que es también una persona muy solícita y cercana, con una gran vocación de servicio, me comunica que puedo pasar al día siguiente a recoger la anhelada carta.


Aún así, eso no parece ser suficiente para Costums y desde Calcuta Arindam me comunica que la carta debe añadir unas frases extras. Envío mail y llamo a la Embajada dónde acceden a realizar las modificaciones.

Un día más. Al mismo tiempo me he puesto en contacto con el citado Gaultier, que vuelve a residir en Vietnam y me cuenta que la mayor parte de su papeleo fue bullshit, como popularmente se dice en inglés.

-Los indios quieren un paripé y eso es lo que les tienes que dar, a parte de la propina. Además del consejo y de las direcciones y teléfonos de los responsables de la Federación India del Automóbil y la Internacional, Gautier me proporciona un montón de información sobre el viaje. Parece un tipo afable y comunicativo, que me anima a seguir con mi sueño. Dos días antes de dejar Delhi, recibo la carta de Mumbay, la Federación India del Automóbil atestigua después de cotejar la información con Bangkok, que un farang no puede conseguir el Carnet de Passage.


Regreso a Calcuta con ilusión, con el objetivo cumplido, completamente restablecido, y con las pilas cargadas después de pasar un par de días con mi amigo Charly y la risueña y super creativa Shurie, a quien siempre se le ocurren ideas para salir de la rutina y pasar una tarde memorable. Os echaré de menos amigos.


Continuará...
Hogar, dulce hogar

lunes, 13 de agosto de 2012

Gorkhaland

A los pies del Himalaya existe una tierra conocida por su te, pero de la cual desconocemos la gran complejidad que alberga. Gorkhaland no tiene tanto tirón mediático como el Tíbet ni ostenta el mismo grado de misticismo que Nepal, aunque en sus tierras encontremos esa rica y curiosa mescolanza entre culturas que se da en los lugares de paso. Gorkhaland es un cruce, un cruce de caminos que desciende de los Himalaya para discurrir suave y amablemente hasta las verdes tierras de Bengala. Nepal, Tíbet, China e India son los ingredientes que se agitan en esa hermosa tierra de Darjeeling en la que uno está seguro de hallarse muy, muy cerca de la morada de los dioses. Con una taza de ese brebaje sagrado en mis manos, os invito a descubrir algunos de sus más bellos rincones. ¡Namasté!



Darjeeling, un lugar entre las nubes


Mujeres porteadoras


El charcutero


Azul Harinezumi


¡Buena suerte!


Alejando a los malos espíritus


Inumerables templos salpican el valle


Alto en el camino del peregrino para aliviar la sed


Una hemosa muestra de la cosmogonia budista
 

Ulular del viento


Respirar y andar,  nada más...


Harinezumi se esfuerza por copsar la profundidad del valle


Escuela para los refugiados tibetanos


Om Mani Padme Hum


La belleza incomensurable de las flores de altura


Las banderas se agitan al viento mientras nos despedimos,